Xöulópolis

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Xöul y Mari me han regalado un barco volador para celebrar su renacimiento. No tiene rumbo fijo, vuela con el viento, como si formase parte de él. Un gran árbol cuyos únicos frutos son cascabeles sirve de vela. Las nubes le resguardan del frío y las tormentas. Si alguna noche oyes la dulce risa de un niño o el alegre repicar de los cascabeles, mira el cielo. Dónde veas la estrella más brillante, ahí estará su faro. Cierra los ojos entonces, coge carrerilla y salta bien alto. Próximo destino, un sueño.

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